1ra Pedro 4:11
"El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios; el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder de Dios. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén."
"El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios; el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder de Dios. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén."
¿Cuántas de ustedes se encontraron en algún momento de su vida resolviéndole los problemas a media humanidad? Con la soga al cuello, ya no dabas más... diciendo: "pero todo a mí, siempre me llaman a mí, siempre soy la que tengo que sacar las papas del horno". Generalmente cuando una persona se hace cargo de todo, tiene esa actitud porque cree que no le queda otra opción; dice: "y bueno, lo voy a tener que hacer, no me queda otra; me lo pidieron a mí, no le puedo decir que no". Pero en realidad no es una presión que viene de afuera sino una presión interna. O sea, vos misma te sometés a la presión de hacer todo para todo el mundo.
La presión no es externa, es interna
Si es un presión interna, ¿por qué nos presiona? Hay muchos motivos, pero tres de ellos son muy importantes. ¿Por qué las mujeres decimos sí a todo, y cargamos con lo que todo el mundo nos pide?
1) Por costumbre
Tal vez siempre te encargaste de todo en tu casa; siempre fuiste la que se encargó de cuidar a tu papá o a tu mamá; sos la encargada de llevar las finanzas; sos la encargada de comprar los remedios; y siempre lo hiciste vos. Por eso ahora ni te lo cuestionás y tenés en tu mente metido el concepto de que eso te toca a vos, que es una tarea que siempre la hiciste vos por costumbre. No te cuestionás el hacerlo, porque toda la vida te hiciste cargo de todas esas cosas, y ni siquiera pensás en que otro se haga cargo de eso, porque es algo tuyo. Vas a decir: "siempre lo hice yo, siempre llevé las finanzas, siempre fui a pagar las cuentas, siempre me encargué de mis hijas; y mi marido nunca se encargó de nada; pero lo hago por costumbre". Y entonces ya nadie te pregunta, ya nadie te dice: "¿querés que lo haga yo?"; ya nadie te dice: "¿querés que hoy te reemplace?, ¿querés que vaya yo al banco a hacer la fila?". Nadie te pregunta porque por costumbre vos sabés y ellos saben que la encargada de eso sos vos.
2) Por control
Son esas personas que tienen miedo de perder el control; entonces se encargan de hacer todo para estar enteradas de todo, para que nada se les escape de las manos. Sienten una necesidad tremenda de hacerlo ellas mismas. Son esas mujeres que dicen: "si no lo hago yo, ¿quién lo va a hacer?"; "si es de la manera en que yo lo hago, todo el mundo lo hace mal; por eso me hago cargo y tengo el control de toda la situación"; y así no confiamos en nadie. Generalmente a nadie de alrededor va a delegarle una tarea.
Alguien dijo: "quien pretende controlarlo todo pierde el control de todo". Lo que vos querés controlar te termina controlando a vos y te termina destruyendo. Eso que vos decís: "nadie lo puede hacer como yo, nadie lo va a hacer nunca como yo", "yo quiero saber todo, quiero saber dónde está cada cosa, saber si esta tarea se hizo o no se hizo, me encargo yo"; ¡esa mujer termina agotada! ¿Cuántas se sintieron agotadas alguna vez en la vida?
3) Por culpa
Hay mujeres que tienen un guardián interior que todo el día les está catalogando sus actos y sus pensamientos, su forma de ser. Piensan: "si yo no lo hago, ¿qué van a pensar de mí?, si yo no me encargo de mis hijos, ¿qué van a decir de mí?, que soy una mala madre"; "si yo no hago esto para mi mamá, ¿qué van a pensar de mí?, mi mamá me cuidó toda la vida..."; "si yo no voy con esta amiga que me dice todos los meses que le preste plata... se la tengo que prestar, no le puedo decir que no, porque va a pensar que soy una amarreta, que soy una mala amiga". Eso se llama actuar por culpa. Culpa, ¡fuera de mi vida!
Son personas que siempre piensan: "lo tengo que hacer, lo tengo que hacer porque sino ¿qué van a pensar, qué van a decir? La persona que hace todo por culpa no puede disfrutar la vida, no tiene gozo; es una mujer que piensa que la vida es para sufrir. Dicen: "yo no tengo tiempo para disfrutar, estoy agobiada, estoy agotada", pero en realidad es porque tienen una culpa grande, que no le permite decir no a lo que los otros -o ella misma- exigen. Son esas personas que dejan la piel por otras. Y vos les decís: "pero escuchame, te estás haciendo mal; atender a esa amiga que viene todos los días llorando y con depresión, te está haciendo mal a los nervios"; pero no la dejás porque sino te sentís culpable; ¡ni siquiera confiás en que Dios lo haga bien! Te sentís tan culpable que decís: "no, mejor me quedo con ella y la sigo aguantando, sigo conteniéndola todo el tiempo".
Son mujeres que no pueden sentirse felices porque sienten que siempre hacen demasiado poco... ¡y están haciendo un montón de cosas! Es como que siempre les está faltando algo: "ay, debería hacer más, debería ir más seguido a visitar a mamá, debería llamarla por teléfono más seguido, debería estar más tiempo con mis hijos, debería, debería", siempre se va a sentir culpable porque siente que lo que hace es demasiado poco; trata de sentir más allá de sus fuerzas. Por ejemplo, vas de vacaciones y tu familia te pide de todo: "mamá comprá tal cosa, ¿qué hay para comer?, ¿qué pusiste en la heladera para llevar a la playa?", te piden de todo. Pero la mujer culpógena dice: "yo también estoy de vacaciones... ay pero bueno, es la familia, se lo tengo que hacer", y en lugar de descansar, ¡se la pasan trabajando más en las vacaciones que cuando están en su casa! Eso es por culpa, porque creés que no te merecés vacaciones; porque decís: "mi marido es el que se mató trabajando para que tengamos estas vacaciones; entonces yo tengo que pagar la culpa de que mi marido se mató trabajando"; "no estoy nunca con mis hijos; ahora en estos quince días que estoy con mis hijos me tengo que dedicar y ser la sirvienta de ellos; por quince días... en el año no estuve nunca con ellos", y vivís pagando culpas durante las vacaciones, la culpa que acumulaste durante todo el año. Por eso decís: "al final en las vacaciones no descansé nada; vine más cansada que antes"; llegás y tenés que lavar toda la ropa que quedó sucia con arena... y otra vez vas acumulando. Y te quejás, pero no lo podés dejar; te quejás pero no podés determinarte, decir que no; te quejás pero lo volvés a hacer con angustia, lo volvés a hacer con carga, con bronca, con furia.
Hay personas que han elegido un modelo de vida del agotamiento: "yo tengo que responder a las expectativas de los demás", y tal vez no sepas muy bien cuáles son las expectativas de los demás. Creés que las conocés, pero tal vez no sepas muy bien qué es lo que quieren tus hijos de vos; tal vez no sepas muy bien qué es lo que quiere tu pareja de vos. Pero vos tratás de cumplirle las expectativas a todo el mundo. Por eso te adelantás, y antes de que te pidan algo ya lo sabés; antes de que te digan que necesitan algo, vos ya se lo estás supliendo; porque te adelantás a lo que vos creés que son sus expectativas: "mis hijos quieren esto; mi marido quiere esto; mi pareja quiere esto; mi amiga quiere esto", y te vas adelantando... pero en realidad no lo sabés.
¿Vos creés que a tus hijos les encanta verte todo el día con este calor planchando ropa? ¿Vos creés que la expectativas de tus hijos es que estés todo el día planchando ropa? ¿Vos creés que a tus hijos no les gusta verte bien, sonriendo, cantando, bailando, siendo feliz, yendo a estudiar, saliendo a pasear? ¿Por qué tenés que cumplir una expectativa que es irreal?, ¿por qué te metiste en la cabeza que tus hijos te tienen que ver todo el día sufriendo, trabajando, llorando, renegando, cuando las expectativas de tus hijos tal vez son otras? Entonces, ¿por qué no empezás a ver las cosas de otra manera?, ¿por qué no empezás a hacerte un esquema mental diferente del que te hiciste hasta ahora? "Yo creo que como madre debo actuar de esta manera", y como madre si no hacés eso te sentís culpable; y para no sentirte culpable tratás de cumplir con todo lo que supuestamente los demás te están pidiendo. Y cuando reclamás agradecimiento los demás te dicen: "¡si yo nunca te pedí que hagas eso!" ...¿a cuántas nos dijeron eso? "¿Pero vos no me dijiste que querías un sándwich para llevar a la playa?", "mamá: nunca te pedí eso; yo me arreglo con cualquier cosa", y vos estuviste toda la mañana en la cocina haciendo los sandwichitos, tostándolos, para llevarlos a la playa; y ellos te dicen: "yo me arreglo con cualquier cosa mamá..."
Tengo que revisar mis ideas sobre las expectativas ajenas
Tenés que ver y replantarte las voces internas que te hacen terminar el día agotada. Generalmente las mujeres no respondemos a la tarea, respondemos a la voz interna que nos habla antes de hacer esa tarea: "si no hacés esto van a pensar mal de vos, si hacés aquello te van a aplaudir y van a decir qué buena mujer; si hacés esto otro te van a decir qué inteligente; si decidís esta otra cosa te van a decir que sos una necia", y vivimos pensando que los demás tienen altas expectativas; pero en realidad son las voces internas, mandatos que tenemos dentro nuestro.
Queridas mujeres, estar agotada no es lo mismo que estar cansada. Vos podés caminar dos kilómetros -veinte cuadras- en la playa y terminar cansada, pero no agotada. Caminaste veinte cuadras, estás cansada, tu cuerpo está cansado, queres ir a descansar, pero no estás agotada por que hiciste algo grato, que te hizo feliz. Terminás cansada pero no agotada. Sin embargo, cuando hacés cosas que no te traen felicidad, ahí sí terminás agotada.
Quiero darte un secreto espiritual muy grande...
¿Cómo te das cuenta si estás cansada o si estás agotada? ¿Cómo te das cuenta que lo que estás haciendo te está agotando y te está llevando a la enfermedad, o solo estás cansada y necesitas dormir un ratito más, sabiendo que al otro día te vas a levantar con felicidad y con fuerzas para seguir adelante?
¿Cómo te das cuenta si estás cansada o si estás agotada? ¿Cómo te das cuenta que lo que estás haciendo te está agotando y te está llevando a la enfermedad, o solo estás cansada y necesitas dormir un ratito más, sabiendo que al otro día te vas a levantar con felicidad y con fuerzas para seguir adelante?
Una mujer agotada tiene un modelo enfermo; hay un modelo enfermo detrás. Tal vez viste a tu mamá o a tu abuela o a alguien que te inculcó ese modelo: "vos para ser aceptada tenés que estar siempre trabajando, siempre moviéndote, siempre quejándote, diciéndole a todo el mundo no doy más", porque escuchaste a tu mamá o a tu papá, a tu abuela quejarse todo el día, y te creés que esa es la manera de comunicar a los demás tu malestar.
Tenés que revisar qué modelo enfermo hay detrás de esa queja,
detrás de ese agotamiento, o detrás de ese sufrimiento.
detrás de ese agotamiento, o detrás de ese sufrimiento.
Y también preguntarte: "¿lo que hago lo hago motivado por el amor o por la culpa?
Cuando Cristo dio su vida, ¿lo hizo por amor o lo hizo por culpa? ¡Por amor!: "no es que ustedes me lo pidan, ni los escuché a ustedes pedírmelo; entrego mi vida por amor". Y vos tenés que preguntarte en cada cosa que hacés en tu vida, esas cosas rutinarias que hacés que a veces te agotan, si las estás haciendo por amor o las estás haciendo por culpa. Si lo hacés por culpa vas a terminar agotada; si lo hacés por amor vas a terminar renovada; cansada pero renovada. Si lo hacés por culpa vas a decir todo el tiempo: "tengo que ir acá, tengo que hacer esto, tengo que hacer aquello, tengo que cuidar a tal, tengo que ir al trabajo"; eso es por culpa, no es por amor.
Cuando Cristo dio su vida, ¿lo hizo por amor o lo hizo por culpa? ¡Por amor!: "no es que ustedes me lo pidan, ni los escuché a ustedes pedírmelo; entrego mi vida por amor". Y vos tenés que preguntarte en cada cosa que hacés en tu vida, esas cosas rutinarias que hacés que a veces te agotan, si las estás haciendo por amor o las estás haciendo por culpa. Si lo hacés por culpa vas a terminar agotada; si lo hacés por amor vas a terminar renovada; cansada pero renovada. Si lo hacés por culpa vas a decir todo el tiempo: "tengo que ir acá, tengo que hacer esto, tengo que hacer aquello, tengo que cuidar a tal, tengo que ir al trabajo"; eso es por culpa, no es por amor.
Tenés que replantear tu vida cotidiana y hacer todo por amor.
Una mujer que vive agotada y que hace las cosas por culpa vive privándose: "no tengo tiempo, no puedo, no es para mí, no me lo merezco"; "dejate de pavadas, ¿qué me estás proponiendo salir, con todo el trabajo que yo tengo?". Una mujer que tiene culpa siempre te va a contestar así. Por ejemplo: "mamá, vamos a tomar un café, salgamos un poco a relajarnos", "ay hija, no tengo tiempo, no puedo; a vos te parece... para vos la vida es fácil, pero vos no sufrís como yo"; madres que viven con culpa permanente y te la quieren transmitir a vos, porque disfrutar les parece un pecado. La mujer que vive por culpa es una mujer que vive midiéndose y midiendo a los demás: "uh, hoy no llamé a mis hijos; ayer llamé tres veces, hoy debería llamar dos veces más, porque van a creer que soy una madre desamorada"; "le planché una camisa, mañana le voy a planchar tres para que tenga para toda la semana", y viven midiendo todo lo que hacen. "Hoy acompañé a mamá al médico, hasta la semana que viene no lo tengo que hacer más... ay, pero me la saqué de encima... pobre, no lo tengo que hacer más". La típica mentalidad de una mujer que se mueve por culpa: "uy, me lo saqué de encima", no lo disfrutó... se lo sacó de encima.
¿Cuántas disfrutaron después del parto? Yo sé que en el momento del parto mucho no disfrutás; pero vos sabías que lo que venía era grandioso, después de parir un hijo. Vos no pariste y dijiste: "listo, me lo saqué de encima; lo parí, me lo saqué de encima"; fue todo un proceso. Pero hay mujeres que tienen tanta culpa, viven tan agotadas, tan asfixiadas, que viven todo apurado para sacarse de encima las cosas del día, para volver a cargar con más cosas; sacarse la ropa de encima para volver a cargarse con más; porque tienen ese modelo mental de agotamiento.
Yo te voy a mostrar otro esquema; si lo podés aplicar a todas tus relaciones personales vas a ser la mujer más feliz; cansada pero feliz. Esto es lo que tengo que aplicar:
1) ¿Por qué crees que Dios te ama? Porque sos su hija, porque sos su creación. Dios te ama porque se le antojó amarte, porque quiere. Dios te ama porque quiere amarte, porque cuando te ve quiere amarte, cuando te ve le provocás amor, por eso Dios te ama. Dios te ama porque se le ocurrió, se le antojó que cuando te mirara te iba a amar, y él cumple con su palabra, y te ama. Pero hay mujeres que todavía creen que tienen que hacer algo para recibir el amor de Dios; hay muchas mujeres que cuando recién se convierten y hacen su oración de entrega, sienten un amor muy grande de parte de Dios, que Dios las perdonó, que Dios las ama, que Dios les va a hacer vivir experiencias nuevas. Pero con el paso del tiempo, cuando ya se vuelven como veteranas en el Señor, creen que Dios les va quitando amor, las va amando un poco menos; "porque metí la pata", "...porque hice esto mal, por lo que dije, porque yo no le hablo a Dios tanto como antes". O sea que creen que Dios las va amando un poco menos, porque ahora que ya están con Él, ahora tienen que hacer méritos para que Dios las ame más. Hay muchas que lo dicen, que lo expresan, pero no lo creen. Al primer problema dicen: "Dios me abandonó", al primer conflicto dicen: "debe ser porque yo no hice lo correcto, por eso Dios me mandó este castigo", y ponen en boca de Dios cosas que Dios no dice. Porque Dios prometió amarte por siempre y para siempre...
Nunca nadie va a poder separarte del amor de Dios;
ni lo que hagas ni lo que dejes de hacer podrá separarte del amor de Dios.
Dios te ama siempre: hagas o no hagas, tengas o no tengas, vengas o no vengas, des o no des. Dios te ama porque a Él se le ocurrió amarte.
ni lo que hagas ni lo que dejes de hacer podrá separarte del amor de Dios.
Dios te ama siempre: hagas o no hagas, tengas o no tengas, vengas o no vengas, des o no des. Dios te ama porque a Él se le ocurrió amarte.
¿Qué tiene que ver esto con el agotamiento? A veces buscamos que la gente nos ame y hacemos tantas cosas que terminamos agotadas, solamente por buscar el amor de la gente. Por eso si vos aplicás este esquema te va a ayudar. Es muy sencillo: ¿por qué tus hijos te aman? ¿Porque le preparás la comida, porque le planchás la ropa, le lavás la ropa, porque los guiás? No. ¿Por qué te aman tus hijos? Porque sos su mamá, sos la única mamá que tienen, no hay otra, es lo que hay. ¿Sabés cuál es la mejor mamá para un hijo? La que tiene. Preguntale a un hijo, por más que la mamá sea de terror, la mejor mamá es la que tienen. Vos sos la mejor mamá para tu hijo. Dios quiso que tu hijo naciera en tu casa y que vos fueras la mamá, porque Dios dijo: "esta es la mejor mamá para este hijo". Eso me gustó. Por eso cuando te preguntes: "¿yo tengo que hacer esto para que mi hijo me ames más?, ¿yo tengo que hacer esto que me estás pidiendo para que me ames más?" No. Tu hijo te ama porque sos la mamá; tu marido ¿por qué te ama?, ¿tendrás que hacer algo para que tu marido te ame? Por eso te eligió un día, por eso vos lo elegiste a él. ¿No debería ser así? Hay mujeres que dan sexo porque dicen: "si yo no le doy, él me va a dejar de amar" ...¿pasa por ahí? "Si yo no tengo bien mi cuerpo mi marido me va a dejar de amar", "si yo no tengo tales medidas, si pierdo mi juventud, si no hago lo que él quiere me va a dejar de amar". Eso es porque no aplicás este esquema: ¿por qué te ama tu marido? Preguntatelo; vas a ver qué vas a dejar de estar agotada en tu vida matrimonial y vas a empezar a fluir y a ser libre, porque sabés que él te ama.
¿Cuándo te aman más tus hijos? Acá hay una trampa, porque tus hijos te dicen muchas veces: "cómo te amo mamá" cuando les hiciste algo bueno; te dicen: "¡te re-amo, sos amorosa, re-buena, te re-amo!". O cuando terminás de tener sexo con tu marido que te da un besito y dice: "estuvo bárbaro vieja, te quiero", y vos sentís que ya lo tenés ganado por una semana más. Aplicá este esquema: ¿en qué momento te aman más tus hijos?, ¿en que momento te ama más tu marido?, y lo mismo que contestamos con Dios: "¡siempre, siempre, siempre!". Aplicá el mismo esquema: la gente que tenés alrededor te ama por lo que sos, y la gente que tenés alrededor te ama siempre. Eso te va a relajar, te va a tranquilizar; tenés gente alrededor que te ama siempre y te ama porque quiere amarte. Esa gente es de oro; esa gente es valiosa; no tenés que hacer nada más para agradarle; no te mates tratando de agradar a tu mamá, a tu papá, para tratar de robarle un minuto de amor; vos no estás hecha en este mundo para tomar migajas de amor; estás hecha para soltar amor para todos lados. Y cuando uno tiene la seguridad de que alguien te ama por lo que sos, y que te aman siempre, caminás hacia los sueños que hay en tu corazón.
Querida mujer: viví bajo la gracia y no bajo la ley.
Lo que estás haciendo que te está agotando es porque estás viviendo bajo la ley. "Me van a decir...", "qué van a pensar si no lo hago", "y cómo van a estar", "y yo no puedo", "pero mirá vos.." y vivís calculando en tu mente, haciendo cálculos mentales. ¡Aprendé a vivir por la gracia! Yo leí a un teólogo alemán que me gusta mucho, tiene muchos libros buenos, se llama Anselm Grün. Él habla sobre las fuentes de la energía interior; dice que hay dos fuentes de energía: una fuente es la nuestra la propia. Tenemos que aprender a conectarnos con nuestra fuente de energía propia. Y la otra es la fuente inagotable del Espíritu Santo. Él dice: "¿qué cosas te divertían, te salían fácil y te gustaban hacer cuando eras chica?". Pensalo... ¿qué era lo que más te traía placer cuando vos eras chiquita, a los doce años, diez años, a qué jugabas? Por ejemplo: a la maestra, a navegar en un barco, a pintar, colorear, a cantar, construir castillos. ¿Qué cosas podías pasarte horas haciéndolas y no te molestaba? Y fluías, y eras feliz, estabas contenta... ¿a la doctora, al teatro, a los títeres? Yo vivía jugando todo el tiempo a ser maestra, esa es la fuente de la energía interior; lo que te gustaba hacer, lo que te salía bien, con lo que fluías, con lo que te divertías, te pasabas el tiempo alegre y feliz. Parecía que no había problemas ni conflictos por resolver, porque ese tiempo era tuyo. Esa es tu fuente interior. Anselm Grün dice que tenés que volver a conectarte; y él cuenta dos anécdotas interesantes:
Había una vez una mujer que cuando era niña cuidaba y traía a su casa todos los animales heridos. Les daba mucho amor y los curaba con mucha paciencia. Decidió estudiar para ser terapeuta, para hacer terapia a la gente y sanarle las heridas del corazón a la gente. Empezó a trabajar y el trabajo le resultaba tedioso, agotador. Estaba cansada... "¿por qué no me siento bien, si es la carrera que yo elegí?", decía ella. Y se dio cuenta que se había desconectado de su fuente de energía interior, porque ella se acordaba que cuando era chiquita, cada vez que buscaba un animalito que estaba herido le daba mucho amor, y le tenía mucha paciencia, pero ahora por hacer todo perfecto y correcto se olvidaba de darles amor y de tenerles paciencia a sus pacientes. Cuando la cosa no funcionaba como cuando ella era chiquita, y dice que al descubrir cuál era esa energía de cuando ella era chiquitita, donde ella fluía, lo empezó a usar de grande en su profesión. Y eso hizo que su trabajo ahora fuera placentero; lo que antes terminaba agotada ahora terminaba cansada, pero no con bronca ni frustración. Y cuenta otra historia de una mujer que de niña jugaba a embellecer a las muñecas; las cambiaba de ropa, las maquillaba, las peinaba. Y dice que a ella le gustaba la belleza, y de grande fue maestra. Pero cuando daba clases, ella terminaba cansada de luchar con los chicos, de gritarles, de estar todo el día con ellos, de que no entendieran; y dijo: "¿qué es lo que me pasa...?" Hasta que se conectó con su fuente interior, de cuando era chiquita; y se dio cuenta que a las muñecas ella lo que hacía era mostrarles un mundo de belleza, mostrarles que las cosas eran lindas, que todo era diferente, que se podían vestir bien, maquillarse. Que vivir era un placer. Y se dio cuenta que eso no se lo había transmitido a sus alumnos, no les había transmitido que la vida era linda, bella; que había mucho por conquistar todavía. Que los de alrededor podían transformarse en algo hermoso. Y se conectó con su fuente interior y empezó a hacerlo su trabajo diario.
Este teólogo dice que hay que volver a conectarse con la fuente interior. Tenés que volver a conectarte con lo que te hace feliz; tenés que volver a conectarte con lo que te hace bien; con lo que te trae paz. ¿Qué hacías de chiquita? ¿Por qué no lo aplicás ahora de grande en el trabajo que tenés? Cuando alguien te pide hacer algo, ¿por qué no lo hacés de esa manera, como lo hacías de chiquitita? Yo me acuerdo que mi mamá nos mandaba siempre a comprar; y con mis hermanas nos peleábamos por hacer las compras. Si uno se conectara, ¿por qué lo hacías? Porque era una experiencia nueva, te relacionabas con gente, era un desafío que tu mamá te diera la plata y te dieran el vuelto justo, que nadie te robara nada, ni un centavo...
Volvé a conectarte con la fuente interior.
Y en segundo lugar, dice que hay que conectarse con la fuente inagotable del Espíritu Santo. El Espíritu Santo está dentro tuyo y tiene recursos que todavía no usaste. Dios quiere mostrarte esos recursos para que cuando la gente te pida cosas todo el tiempo, vos puedas hacerlo a través de la fuerza del Espíritu Santo. Si vos vas a hacer algo, vas a dar un servicio, hacelo de acuerdo a lo que Dios te puso adentro; no lo hagas con fuerzas humanas, hacelo con la fuerzas del Espíritu Santo. "Yo la verdad no tengo ganas de hacer esto, no tengo paciencia, no tengo fuerzas, me voy a conectar con la fuente inagotable del Espíritu Santo".
Había un hombre que estaba sentado cerca de una fuente y tenía agua que sanaba. De pronto pasó Jesús; el hombre era paralítico y nunca se podía meter a la fuente porque nadie podía llevarlo hasta el agua. Él creía que su sanidad -lo bueno de la vida- estaba en una fuente externa: "el día que me reconozcan, el día que me den, el día que me lleven, el día que me digan que me aman, ahí voy a ser feliz, voy a dejar de agotarme, voy a descansar, voy a estar conectada". Y este hombre estaba esperando que la fuente de afuera le diera algo. Y vino Jesús, lo vio postrado y le dijo: "¿querés ser sano, o querés seguir aprovechándote de esta situación?; ¿querés seguir aprovechándote de esta enfermedad?". ¿Querés seguir aprovechándote de ser la sirvienta de todo el mundo?, ¿querés seguir aprovechándote de esa situación, de que nadie te puede decir nada porque vos sos la que te encargás de todo?, ¿querés seguir aprovechándote de esa situación, o querés ser libre de una vez por todas? El paralítico le dijo: "es que no puedo, nadie me lleva a la fuente", y Jesús le dice: "no me des excusas, no es la fuente que está afuera; conectate con la fuente que tenés adentro". Y le dijo: "¡levántate!". Lo hizo conectar obligadamente con su propia fuerza interna, porque adentro, en la fuente interna, tenés la salud que estás necesitando; tenés la finanzas que estás necesitando, tenés la paz que estás necesitando. Adentro; porque dice la Palabra que Él viene a nuestra vida y es como una fuente que se mete adentro y que empieza a brotar, y que esa agua que sale desde adentro nuestro es un agua inagotable, y el que bebe de esa agua no volverá a tener sed jamás.
Conectate con la fuente del Espíritu Santo. Cada vez que estés agotada -no hablo de cansancio, sino de agotamiento, que viene con culpa y remordimiento, que decís "no alcancé, no llegué", que siempre te exigís un poco más, pero no nunca estás conforme- preguntate: ¿de qué fuente estás bebiendo? Si estás bebiendo de una fuente externa, de las expectativas, de las presiones, de las exigencias de los demás; o estás bebiendo de tu propia fuente, la fuente del Espíritu Santo, que brota todo el tiempo y que tenés derecho a beber de ella todas las veces que lo necesites en el día... ¿De qué fuentes estás bebiendo?, ¿de fuentes turbias o de fuentes cristalinas? ¿Qué pensamientos o que enfermedad hay detrás de eso que estás haciendo que te mantiene encerrada y agotada? ¿Cuál es el problema por el cual vos no podés disfrutar de la vida? ¿Por qué vivís bajo presión todo el tiempo? Porque parece que es una costumbre vivir bajo presión, que no podés relajarte, fluir; todo lo hacés apurada, nerviosa, angustiada, y no te está dando el resultado que querés, porque esa presión lo único que hace es traerte más presión. ¿De qué fuente estás tomando?
Conectate con la fuente del Espíritu Santo. Cada vez que estés agotada -no hablo de cansancio, sino de agotamiento, que viene con culpa y remordimiento, que decís "no alcancé, no llegué", que siempre te exigís un poco más, pero no nunca estás conforme- preguntate: ¿de qué fuente estás bebiendo? Si estás bebiendo de una fuente externa, de las expectativas, de las presiones, de las exigencias de los demás; o estás bebiendo de tu propia fuente, la fuente del Espíritu Santo, que brota todo el tiempo y que tenés derecho a beber de ella todas las veces que lo necesites en el día... ¿De qué fuentes estás bebiendo?, ¿de fuentes turbias o de fuentes cristalinas? ¿Qué pensamientos o que enfermedad hay detrás de eso que estás haciendo que te mantiene encerrada y agotada? ¿Cuál es el problema por el cual vos no podés disfrutar de la vida? ¿Por qué vivís bajo presión todo el tiempo? Porque parece que es una costumbre vivir bajo presión, que no podés relajarte, fluir; todo lo hacés apurada, nerviosa, angustiada, y no te está dando el resultado que querés, porque esa presión lo único que hace es traerte más presión. ¿De qué fuente estás tomando?
Uno se da cuenta cuando es del Espíritu Santo, porque todo lo que uno hace fluye; porque estás contenta con lo que hacés; porque irradiás alegría, porque te cansás pero te volvés a levantar. No hay agotamiento, no hay frustración, no hay odio, no hay resentimiento; no es "otra vez tengo que hacerlo, porque todos me lo piden", sino que he aprendido a conectarme con mi fuente interior. "A ver, voy a hacer lo que me fluye hacer, como mejor me salga; le voy a poner este condimento; yo sé que tal vez no puedo cambiar esto porque hay que hacerlo, pero le voy a poner un nuevo condimento, voy a hacer que fluya, que no me cueste esto que tengo que hacer". ¿Llevar a mamá al médico?, no me tiene que costar; ¿hacer la cola del banco para cobrar la jubilación?, le voy a encontrar la vuelta y me voy a divertir, como cuando era chica.
Empezá a beber de tu propia fuente y pedile al Espíritu Santo
que te muestre las herramientas que te dio para poder fluir.
que te muestre las herramientas que te dio para poder fluir.
Dios le dio a Abraham una promesa, y esta promesa es para tu vida y para todos aquellos que quieran tomarla: "te bendeciré y serás bendición", en ese mismo orden... te bendeciré y serás bendición. Yo quiero decirte que cada una de nosotras podemos convertirnos en luz para las tinieblas de alguien. Dios me bendice, porque cuando busco dentro mío, cada día encuentro un recurso nuevo que todavía no conocía. Dios me lo da para bendecirme a mí, yo lo saco para darlo, y como tengo de más, ¡siempre tengo para bendecir a otros! Te bendeciré y serás bendición, te bendeciré y serás bendición, te bendeciré y serás bendición... siempre fluye, ¡nunca se detiene!
Cada vez que leo los correos me fascina; puedo pasarme horas leyendo los correos que me mandan, es algo que me produce un placer que no me produce ninguna otra cosa: leer lo que dicen, lo que les está pasando -para después preparar un tema o una palabra, o un programa de televisión-, y responderle a todas esas mujeres me provoca placer. Porque yo bebo del agua del Espíritu Santo y sé que Él tiene una respuesta para cada mujer que me escribe; eso es beber del agua del Espíritu Santo. Si yo dijera: "uh... otro correo más, son un montón", "otra vez me cuentan sus problemas...", ¡pero a mí me fascina!, lo hago con amor, lo hago con la presencia del Espíritu Santo. Todo lo podes hacer ó con fastidio ó bebiendo de la fuente del Espíritu Santo. ¿Te acordás cuando tus hijos eran chiquitos y no querían comer algo?, ¿qué le hacías para que lo comieran? el avioncito, el famoso avioncito que iba directo a la boca. ¿Qué estabas haciendo? Que el chico se conecte con el juego, que se conecte con algo que a él le gustaba, que mientras comía -que era algo que no quería hacer- lo hiciera jugando, para que entonces lo comiera. Eso es lo que Dios quiere que hagas: cada vez que tenés que hacer algo, para que no te agotes, usá la técnica del avioncito ...¡ponete a jugar! A ver, ¿qué jugabas cuando eras chica? Ahí está la clave. "Yo pastora no jugué a nada en especial..." ¡pero tenés al Espíritu Santo, que es una fuente inagotable! ¿No podés sacar de acá dentro, porque tuviste una infancia infeliz? Tal vez algo hacías que te gustaba mucho... tal vez te encerraban, pero cuando estabas encerrada en tu cuarto, seguro que hacías algo que te gustaba mucho; tal vez leías un libro, o te gustaba conectarte con los personajes; tal vez ahora cada vez que te conectes con la gente, en vez de enfurecerte por lo que te dicen, disfrutá como cuando eras chica; acordarte del avioncito. "Ay, esto no me gusta..." ¡pero se viene el avioncito y lo voy a hacer!
Conectate con tu fuente interior, conectate con la presencia del Espíritu Santo; Él es real, es una persona, y vos todos los días de tu vida podés pedirle las fuerzas que necesitás para seguir adelante. El Espíritu Santo quiere ser tu amigo, tu guía; vos podés contar con el Espíritu Santo. Tenés que decirle: "Espíritu Santo no quiero hacer esto, me cuesta hacer tal otra cosa, no puedo decir que no; pero yo sé que vos me vas a dar la estrategia", y entonces vas a sacar de adentro las herramientas que el Espíritu Santo te dé, las vas a aplicar; tal vez te canses, pero nunca te vas a agotar; vas a tener una alegría que cuando te vayas a dormir a la noche vas a reír de la emoción. No tenés por qué agotarte; no tenés por que vivir el sufrimiento y el padecimiento; dejá de llorar por todos los rincones y de quejarte; sé libre y mostrá al mundo qué lindo es vivir la vida con la presencia del Espíritu Santo.
Él lo hizo todo por amor a nosotros... ¿cuándo te ama más Dios? Siempre, y siempre es por amor. Vas a orar para que el Espíritu Santo de Dios se manifieste en tu vida; para que lo conozcas, que sea tu mejor amigo y que puedas fluir en la vida. Es tiempo de fluir, es tiempo de soltarse en los brazos del Señor, es tiempo de decir "Espíritu Santo quiero fluir; me ha costado tanto la vida, pero yo llegué acá no para que me siga costando, no para tener broncas, amarguras, reproches, no para ser la que carga con todo y vivir quejándome; yo vine acá para soltarme en tus brazos de amor". Quiero decirte que el Espíritu Santo va a empezar a obrar en tu vida de una manera diferente y este año lo vamos a tener como nuestro mejor amigo.