domingo, 8 de mayo de 2011

Enfrente el estrés

Lo negativo no es el estrés, sino el exceso de estrés.

Y no sólo resultan estresantes los sucesos negativos, sino también -de acuerdo a cada persona- hechos felices como el matrimonio o las vacaciones. El estrés tiene poco que ver con la situación que lo origina: pesa mucho más la manera en que percibimos los hechos y nuestra forma de actuar para enfrentarlos.

El estrés excesivo, sumado al modo personal de tomar las dificultades cotidianas, disminuyen la calidad de vida y pueden afectar a órganos vitales como el corazón y el cerebro.

El estrés y sus síntomas
Físicos: Fatiga, hipertensión, insomnio, somnolencia, malestares digestivos, comer de más, contractura muscular.

Psíquicos: Confusión, irritabilidad, indecisión, apatía, dificultades sexuales, inseguridad.

Estrategias para controlar el estrés

1. Identificar los estresores. Saber qué es lo que produce la tensión y reconocer el sentimiento que genera una situación determinada. Ese “darse cuenta” implica determinar la fuente del estrés y comprender que el modo en que cada uno mira al problema es el 95 por ciento del problema. A partir de eso es posible buscar la solución.

2. Recurrir a técnicas de respiración, relajación y estiramiento resulta sumamente útil para disminuir el nivel de estrés.

3. Ser realista. No exponerse a una situación que puede llevarlo irremediablemente al fracaso. Fijarse metas alcanzables y animarse con cada logro conseguido.

4. Dar pasos, no zancadas. Elegir aspectos de la vida que quiera mejorar, y focalizar en sus metas de a una a la vez, de a poco, avanzando progresivamente.

5. Limpiar la agenda. No aceptar demasiados compromisos ni dejar que otros lo hagan en su lugar. Aprender a decir “no” cuando lo crea conveniente.

6. Mantener el equilibrio. Establecer horarios y espacios para disfrutar con la familia y amigos de momentos placenteros. También procurar momentos para estar a solas con uno mismo.

7. Eliminar los “debería” y “tendría”. Estas palabras representan exigencias de otros hacia uno. En su lugar, establecer metas y prioridades propias y mantener una disciplina sana, pero no excesiva.

8. Pagar el precio justo. No desperdiciar grandes cantidades de energía en un problema pequeño.

9. Hacer una pausa. Dejar pasar un tiempo entre un acontecimiento que le cause tensión y la reacción. Contar despacio hasta 10, respirando profundamente.

10. Alejarse. Permitirse momentos de soledad para la reflexión y recarga del espíritu, para desarrollar un hobbie o hacer algo postergado.

11. Reírse más. La risa es la mejor y más económica medicina. Tomar dosis generosas de ella a diario.

12.Pedir ayuda. La autosuficiencia sólo conduce al cansancio y al desgaste físico y mental. Anímese a pedir lo que necesita, sea claro y específico; no pretenda que el otro funcione por telepatía.

13.Buscar el placer. Recarga las energías, combate el malhumor, aleja la tensión… Puede estar en las cosas cotidianas: en un rico desayuno, en una tarde de sol, en la conversación con un amigo, en la caminata con un familiar o su pareja. Hágalo parte de su vida diaria.

Fuente: El Universal

Sonría



Alolargo del día, no importa cuán llenos estemos al comenzar, vamos perdiendo fuerzas, como si hubiera una fuga causada por la presión o el estrés. La vida es así. Uno se queda atascado en el tráfico y allí pierde un poquito de gas. Descubre que no consiguió ese contrato que esperaba, y pierde un poco más de gas de su globo. Llega a casa al final del día y descubre que su hijo no se siente bien y tendrá que ocuparse de eso. El perro rompió la funda de basura; tiene que limpiar el desorden y su globo va perdiendo la forma.

La única manera de permanecer lleno, manteniendo su alegría y su paz, es con un cantando para Dios en su corazón.

No digo que tenga que andar por allí cantando solo, como un loco. Sugiero que en sus pensamientos exprese continuamente una actitud de agradecimiento a Dios por todo lo que Él ha hecho por usted y su familia. Cuando trabaje en la casa, en lugar de quejarse, cante, aunque sea bajito. Mientras lava los platos puede hacerlo cantando bajito.

Las cosas en su vida pueden no ser perfectas, pero podrían ser mucho peores. Deje de pensar en lo que está mal y comience a agradecer a Dios por lo que está bien, medite en sus promesas y confíe en ellas. Si alaba a Dios no sólo disfrutará más de la vida sino que además verá cómo las cosas cambian en su favor.

¿En qué cambiaría su actitud y la mía si no nos tomáramos las cosas tan en serio? ¿Si nos negáramos a permitir que todo inconveniente nos deprimiera por dos semanas?

¡Qué diferente y mejor sería la vida si pudiéramos sencillamente tener siempre en el corazón un cántico para Dios!

Es posible que haya notado que ya no sonríe tanto. Que ya no se ríe como antes. Ha permitido que las cargas de la vida le aburran. Quizá se conforma con sobrevivir, sin disfrutar de veras. No tiene ya el fuego, el entusiasmo de antes.

Todo puede cambiar, pero hace falta que tome una decisión. Tiene que formar nuevos hábitos. Ante todo, el hábito de sonreír, a propósito. Quizás me dirá:

“Es que no tengo ganas de sonreír. Tengo muchos problemas, me pasan tantas cosas feas”. Pero a veces tendrá que sonreír por la fe nada más; porque confía en Dios y cree que las cosas van a mejorar.

Una gran compañía transnacional pensaba contratar a quinientos nuevos empleados. Entrevistaron a cinco mil personas, descalificando automáticamente a quien no hubiera sonreído al menos cuatro veces durante la entrevista.

Si sonríe porque confía en Dios, el gozo vendrá solo. La alegría vendrá sola. La sonrisa envía a su cuerpo un mensaje de que todo estará bien. Al sonreír libera sustancias químicas en su organismo que le hacen sentir mejor. Eso le ayudará en su profesión, en sus relaciones.

Hay estudios que demuestran que las personas que sonríen y son amables, las personas con actitud agradable, tienen más éxito que las que son gruñonas y serias, poco agradables con los demás.

Fuente: El Universal