sábado, 16 de octubre de 2010

A veces nuestra arrogancia nos cega

El díalogo a continuación es verídico, y tuvo lugar en octubre de 1995 entre un navío de la marina norteamericana y las autoridades costeras de Canadá, cercano a las costas de Newfoundland.
Los norteamericanos comenzaron suavemente:
“Por favor, desvíen su rumbo 15 grados al norte para evitar colisión con nuestra embarcación.”
Los canadienses respondieron pronto:
“Recomendamos que desvíen SU rumbo 15 grados al sur.”
El norteamericano quedó dolido:
“Aquí habla el capitán de un navío de la Marina Estadounidense. Repito, desvíe SU curso.”
Pero el canadiense insistió:
“No, desvíen SU curso actual.”
La cosa empezó a ponerse fea. El capitán norteamericano gritó en el micrófono:
- ESTE ES EL PORTAAVIONES USS LINCOLN, EL SEGUNDO NAVÍO DE GUERRA MÁS GRANDE DE LA FLOTA NORTEAMERICANA EN EL ATLÁNTICO. NOS ESCOLTAN TRES DESTRUCTORES, TRES FRAGATAS Y NUMEROSAS EMBARCACIONES DE APOYO. EXIJO QUE DESVÍEN SU CURSO 15 GRADOS AL NORTE, O ENTONCES TOMAREMOS MEDIDAS PARA GARANTIZAR LA SEGURIDAD DEL NAVÍO.
Y el canadiense respondió:
“¡Somos un faro, cambio!”
A veces nuestra arrogancia nos cega. Cuántas veces criticamos la acción de los otros, cuántas veces exigimos cambios de comportamiento en las personas que viven cerca nuestro, cuando, en realidad, nosotros somos los que deberíamos cambiar el rumbo.

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